martes, 7 de octubre de 2014

La figura del librero, el antes y el después


Imagen tomada de: celiachain.wordpress.com
Siempre me ha resultado admirable este oficio, pues no solo porque supone un acercamiento físico a la cultura, al saber, a las historias de países lejanos, a las historias de amantes apasionados, y a un largo etcétera, sino porque también va más allá, ya que el librero tiene la oportunidad de adentrarse en el maravilloso mundo de la literatura en relación con la época histórica cuando se escribieron las grandes obras, es, en definitiva, una profesión sublime.

Pero la realidad es más cruel de lo que parece. Actualmente, asistimos a una degradación atroz de esta romántica figura tan admirada por especialistas en la historia de la literatura. Se podría decir que se ha producido una total desvinculación con lo que en un origen muy lejano significaba ser un librero.

En los tiempos actuales, nada de lo que antaño admirábamos ha perdurado en gran medida, es por ello que en el día de hoy visitamos “libreros” fríos, superficiales y con un simple y banal interés comercial y capitalista. Nos encontramos ante una figura cuya función ha sido sustituida por cualquier dependiente común. Y esto es tan evidente que si hacemos la prueba y le preguntamos a cualquier “librero” quién es el supuesto autor de La celestina, la respuesta, quizás, no nos guste.

El legado de nuestros escritores es uno de los tesoros más preciados que disponemos. Los clásicos que conforman nuestra literatura, en concreto, los clásicos españoles, deben de ser pilares de referencia obligatoria para cualquier persona que tenga un oficio relacionado con ellos. Estas obras fueron en su época reflejo de la sociedad española del momento, reflejaban unos valores sociales, morales y culturales que plasmados en las obras son y serán testimonio de lo que fueron y, en definitiva, de lo que fuimos. Es por ello que se debe tomar una profunda conciencia de tal profesión, pues son los libreros los que pueden mantener vivo ese espíritu literario. Por consiguiente, es ese humilde  librero leído en todos los saberes el que puede seguir manteniendo la llama literaria encendida en sus lectores o clientes, pues manteniendo ese fuego honramos y hacemos homenaje en cada lectura a los grandes maestros poetas, dramaturgos y novelistas.

 En tiempos pasados, con su saber erudito, nos aconsejaba y guiaba muy sabiamente qué edición leer de cualquier libro tan sumamente relevante como El Quijote, del gran maestro escritor del siglo XVII, Miguel de Cervantes. Abogar por un librero especialista en asuntos literarios es apostar por un mayor acercamiento entre el autor de la obra y el lector. Y es ahí donde reside el verdadero sentido de una obra o de un clásico, el entendimiento profundo entre autor y lector, la complicidad y el entendimiento recíproco entre ambas figuras. Este objetivo, como es natural, requiere la plena capacidad y disposición literaria de nuestro librero.

Hemos de tener presente, una vez expuesta la idea de la evaporación de la figura romántica del librero, que hoy en día también encontramos a personas dedicadas en la recomendación de libros o de manuales, también con mucha experiencia en ediciones y en autores. Es en estas personas donde reside la esperanza de no perder aquella figura del librero que nos aconsejaba qué edición era más adecuada para leer El Quijote.

A partir de esta figura que intenta seguir cumpliendo la función de librero, lanzo una propuesta para que su labor sea lo más eficaz posible. Para ello, es necesario tener en cuenta el papel fundamental que cumplen las redes sociales, blogs, foros, etc., así pues la tarea consiste en recomendar libros vía Internet, es decir, se trata de introducir la figura del librero en las redes, y, de esta forma, conseguirá acercarse a un mayor número de público. Esta labor requiere la constante dedicación a la actualización de un blog, así como la firme presencia en las redes sociales, ya sea Facebook y/o Twitter para afianzar su trabajo. También puede abrir debates virtuales sobre las lecturas que propone el nuevo librero en la era digital.

Para concluir esta reflexión sobre la figura del librero, es importante tener presente que gracias a la literatura podemos viajar y ser dichosos desde una simple butaca y quien mejor que preservar ese privilegio que el librero, y por ello, cedo la palabra a Jorge Luis Borges, quien dijo una vez: 


"Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca."

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